Toda mi vida ame-odie a todas las mujeres de mundo
Mejor dicho, odie a La Mujer ,
esa mujer que me representa a todas las mujeres.
Mejor dicho, odio a mi propia madre,
esa madre que me representa a todas las mujeres.
Pero… Cómo odiar a esa mujer que tanto a fallado en la
vida?
Me retracto, odio a esa supuesta mujer que es mi
madre.
Es decir, a esa que me imagino que es.
Pero… siendo ella imaginaria de un imaginario mío.
¿Ha quien odio? ¿A un fantasma que me habita entonces?
¿O es a esa supuesta que por desconocer su nombre,
la he llamado madre?
Y esta supuesta que me habita. ¿Por qué no me deja en
paz?
¿Por qué se hace eco de mis deseos y me lleva en sin
sabores por la vida?
¿Quién la ha nombrado custodia de mis buenas costumbres
y mi supuesto bien hacer?
Aborrezco todas sus labores que ejerce y las tareas
que conllevan también.
Más disfruto cuando por intrincadas peripecias, burlón
me escapo de sus garras y me pierdo por instantes en mañanas atardecidas,
sin saber.
En que menudo conflicto me he metido
y aunque poco me he esclarecido, me pierdo por un instantes.
Qué, para qué más madre, si con una me basta y me
sobra,
Que por cierto, es la que me parió.
Víctor Hugo Ibáñez (1966)
No hay comentarios:
Publicar un comentario